martes, 18 de diciembre de 2012

Un relato navideño


EL MEJOR DÍA DE NAVIDAD... por Beatriz Rubio 1º de ESO

Era una noche oscura muy oscura de invierno, llena de sorpresas y sobre todo muchísima felicidad. ¿Por qué?, os  lo explicaré:

Este día por la mañana salí corriendo por las escaleras hacia la cocina, para el desayuno especial que mi madre y mi abuela siempre preparan tan rico y hecho con mucho cariño y amor el día de navidad.

Cuando lo terminaron, mi familia y yo antes de comerlo ya que es mucha comida pensamos en los más necesitados y decidimos después de desayunar apuntarnos a una ONG para que en navidad, al menos le lleguen a los niños pobres una pequeña alegría en forma de alimento.

Mis primos, mi hermano y yo pensamos en una idea estupenda:

Queríamos que los niños que nunca han tenido un juguete, se lo llevaran lo Reyes Magos y para ello le escribimos entre todos los niños de la familia a sus majestades una carta que decía así:


                QUERIDOS REYES MAGOS:
                Esta carta os la escribimos toda la familia porque es un
                asunto especial.
                Este año queremos que todos lo juguetes que nos ibais
                a entregar a nosotros  se los deis a los niños que no
                tienen nada, a todos los que no tengan ni un juguete
                para que por lo menos ese día sus caritas estén llenas de
                felicidad e ilusión.
                Además os pedimos que ya que sois magos si podrían
                tener un sitio donde vivir, una escuela donde estudiar
                y al menos que tengan algo para alimentarse para que
                esta navidad sea la más mágica de todas.
           
             
               UN ABRAZO MUY FUERTE DE VUESTROS MEJORES AMIGOS EN LA NAVIDAD.


Al terminar la carta fuimos directamente a correos para enviarla  rápidamente.
   
Cuando estaba echando la carta, sonreía porque sabía que los reyes podían hacerlo y muy bien, además con mucha felicidad.

Al llegar la tarde nos reunimos un grupo de amigas y pensando que podíamos hacer
para que las personas de las residencias que no tuvieran familia o estuvieran solas,
poder llevarle un poquito de alegría.

Mis amigas y yo antes de ir a las residencias ensayamos unos villancicos; unas cantaban, otras bailaban y las demás tocamos instrumentos.

Actuamos y nos sentimos muy felices haciendo reír y pasárselo muy bien a los  queridísimos abuelitos.

Cuando llegó la noche, toda la familia nos reunimos para celebrar la Navidad, cenamos y cantamos villancicos. Comentamos todo lo que hemos vivido en este día tan especial y nos sentimos muy orgullos de haber hecho algo para los demás, aunque solo alla sido un pequeño granito de arena.
Por todo esto fue un día maravilloso y muy especial. Lo recordaré todos los días de mi vida porque han sido unas navidades muy especiales y maravillosas.
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