LEYENDAS DE JAÉN: El Padre Canillas ... o El Padre Huesudo (en el blog de Sergio Cruz)
Se cuenta que un mozo que regresaba a su casa, a medianoche, después de hablar con su novia, se cruzó con un sacerdote con quien entabló conversación.
Al cabo de un rato de charla, aquel sacerdote le pidió ayuda para celebrar una Misa de Difuntos en la intimidad de la Capilla del Arco de San Lorenzo. El muchacho aceptó y allí se dirigieron los dos.
Una vez llegados a la Capilla, desvistiéndose el cura de su abrigo, el mozo comprobó que ya estaba vestido para la fúnebre celebración.
Comenzó pues a oficiar el Réquiem con normalidad, pero iniciadas las primeras genuflexiones, el mozo comprobó aterrorizado que de las botas del cura asomaban los huesos desprovistos de carne y piel.
De un brinco, abandonó la capilla y ascendió la cuesta a todo correr hasta llegar a las puertas de la Iglesia de Santiago, donde otro sacerdote, viéndole tan agitado, le detuvo e intentó calmarlo.
El mozo le relató lo que le acababa de suceder; en ese momento, el segundo cura se alzó su sotana y le mostró asimismo los huesos de sus piernas, al tiempo que le preguntó: ¿Eran como éstas?
Se cuenta que el muchacho cayó gravemente enfermo.
Se cuenta que un mozo que regresaba a su casa, a medianoche, después de hablar con su novia, se cruzó con un sacerdote con quien entabló conversación.
Al cabo de un rato de charla, aquel sacerdote le pidió ayuda para celebrar una Misa de Difuntos en la intimidad de la Capilla del Arco de San Lorenzo. El muchacho aceptó y allí se dirigieron los dos.
Una vez llegados a la Capilla, desvistiéndose el cura de su abrigo, el mozo comprobó que ya estaba vestido para la fúnebre celebración.
Comenzó pues a oficiar el Réquiem con normalidad, pero iniciadas las primeras genuflexiones, el mozo comprobó aterrorizado que de las botas del cura asomaban los huesos desprovistos de carne y piel.
De un brinco, abandonó la capilla y ascendió la cuesta a todo correr hasta llegar a las puertas de la Iglesia de Santiago, donde otro sacerdote, viéndole tan agitado, le detuvo e intentó calmarlo.
El mozo le relató lo que le acababa de suceder; en ese momento, el segundo cura se alzó su sotana y le mostró asimismo los huesos de sus piernas, al tiempo que le preguntó: ¿Eran como éstas?
Se cuenta que el muchacho cayó gravemente enfermo.
Te invito a que visites el Blog de Sergio Cruz, de 1º de ESO, que recoge esta Leyenda de Jaén, con el título de El padre huesudo
- Ahora es tu turno: ¿A qué le tienes miedo? ¿Alguna vez te has muerto de miedo? ¿Temes quedarte solo en casa?, ¿Qué te da más miedo la oscuridad o tu dentista? ¿Temes a algún insecto? Deja tus comentarios...