Adiós, chic@s, adiós familias, hasta siempre
Como ya les adelanté en mi último correo sobre la posible imposibilidad de incorporarme al trabajo en mis aulas a partir de enero, debo comunicarles que mis peores temores se han confirmado.
Parece ser que padezco un trastorno obsesivo-compulsivo ortográfico, que los psiquiatras denominan (TOCO) y que ya aparece descrito en el Manual de Diagnóstico Psiquiátrico (DSM); mi trastorno se caracteriza por una obcecación patológica por la defensa de las normas ortográficas emanadas de la RAE (especialmente la última revisión) que hacen 'temporalmente inviable mi continuidad como profesor de Lengua castellana y literatura en ninguno de los niveles educativos'.
Según mi coach, no debo preocuparme más de la cuenta, que soy víctima de un yugo ortográfico del cual debo liberarme a toda leche; es decir, de una maldita vez, y así poder dar rienda suelta a mis pasiones comunicativas más primarias (algo así como atender a la llamada de la naturaleza, entiendo yo). Dice mi coach, que sólo así (perdón, solo así), recobraré felizmente la razón y podré incorporarme prontamente al apasionante mundo de la grafía correcta.
Por consiguiente, para poder reiniciar mi labor docente, habré de acudir a clases de actualización y capacitación de conocimientos ortográficos y gramaticales (CACCO) y reobtener el B2 de Lengua castellana, con especial atención al writing... Esto sí, tendré que hacerlo inexcusablemente y a bote pronto.
Una vez actualizados y adaptados a las redes sociales mis obsoletos conocimientos ortográficos y ya disuelto mi trastorno obsesivo, volveré a impartir clase a la mayor brevedad posible... ¡¡¡YUPIIII!
Hasta ese momento, me despido afectuosamente de todos ustedes dándoles las gracias por su atención...
Saludos cordiales, hasta que recobre la razón ;-)
